José Jiménez Lozano


José Jiménez Lozano (1930) es un escritor y periodista español que nació en Langa (Ávila). Estudia Derecho, Filosofía y Periodismo, y ejerce como redactor, subdirector y director del periódico El Norte de Castilla. También colabora en la prensa nacional, en el diario ABC. Prolífico cultivador de géneros distintos, se ha mantenido siempre al margen de las modas pasajeras, del afán desmedido de contemporizar con su tiempo, cultivando con idéntica maestría la prosa y el verso; se ha acercado al ensayo, cuando ha necesitado hacer un análisis o exposición de hechos o ideas; al relato, para contarnos historias y vidas siempre breves que, prolongadas en el tiempo, perderían intensidad; y a la poesía, cuando sólo podía escribir de esa manera, como si de fulguraciones se tratara. 
Entre sus novelas pueden señalarse Historia de un otoño (1971), que describe la destrucción de la abadía francesa de Port-Royal des Champs, El sambenito, que alude al proceso inquisitorial del ilustrado Pablo de Olavide, o las obras La salamandra y Duelo en la casa grande, con historias de la guerra civil y su posguerra. Otras de sus obras son La boda de Ángela, Las sandalias de plata, Ronda de noche, Los lobeznos, Un hombre en la raya, Sara de Ur, Maestro Huidobro, El viaje de Jonás. Ha publicado varios volúmenes de cuentos, como El santo de mayo, El grano de maíz rojo, Los grandes relatos, El cogedor de ancianos y Un dedo en los labios, en el que todos los personajes protagonistas son mujeres. Entre sus ensayos destacan Los cementerios civiles y la heterodoxia española, Guía espiritual de Castilla, Sobre judíos, moriscos y conversos, El narrador y sus historias, Los ojos del icono y Retratos y naturalezas muertas. En ellos se aprecian influencias de Descartes, Pascal, Spinoza, Kierkegaard y Dostoievski, entre otros.
Es autor de seis poemarios, que se encuentran según la crítica entre el clasicismo y el haiku: Tantas devastaciones, Un fulgor tan breve, Tiempo de Eurídice, Pájaros, Elegías menores y Elogios y celebraciones. Además ha escrito varios tomos de diarios, el último de los cuales lleva por título Los cuadernos de letra pequeña.
Forma parte del Patronato del Instituto Cervantes, de la Residencia de Estudiantes y de la Fundación Duques de Soria. Su obra ha sido traducida al francés, alemán, italiano, checo, ruso, islandés y holandés. En 1988 recibe el Premio Castilla y León de las Letras, y un año después el Premio de la Crítica por El grano de maíz rojo. En 1992 obtiene el Premio Nacional de las Letras Españolas y, en 1999, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En 2002 recibe el Premio Miguel de Cervantes por toda su trayectoria.


La ciudad y la provincia de Ávila están muy presentes en la obra de José Jiménez Lozano, como todas las tierras de Castilla. Pero destaca, sobre todo, el ensayo Ávila, publicado en 1988, el año en el que recibió el premio de las Letras de Castilla y León. Ávila es, junto a Sobre judíos, moriscos y conversos, un ensayo exclusivamente de corte historiográfico. Ávila, la capital de provincias conocida por el escritor en su niñez, es una ciudad moderna aunque "mortalmente aburrida". Presenta, no obstante, todos los atributos de cualquier ciudad castellana y se hace ilustre gracias a sus casonas y palacios de nobles enriquecidos o envueltos en la más acuciante de las miserias que se dispersan por la retícula de la ciudad medieval. De Ávila se resalta la memoria de sus personajes históricos, como son los Reyes Católicos, Teresa de Jesús o George Santayana; o su infinidad de conventos y de religiosos deambulando por sus calles. De la Ávila histórica, Jiménez Lozano nos retrata una ciudad que debido a su marcado carácter oriental, la recuerda siendo niño como una verdadera Constantinopla. Esta pequeña capital de provincias se convierte así en un microcosmos de Castilla en donde las tres culturas medievales atravesaron períodos de prosperidad y de pacífica convivencia hasta que, como ya advirtiera Castro, determinados prelados de la ciudad castellana como fue el caso del obispo Fonseca, hombre de formación románica y europeísta, intentara distorsionar este clima de tolerancia interracial e interreligiosa al observar que esas relaciones podría perjudicar las cuestiones de fe, de tal formidable peso a finales del siglo XV y los siglos venideros. Pero Ávila es mucho más que todo esto. En este ensayo asiste el lector a bellas páginas plagadas de leyendas medievales, de historias de amores, de místicos y amadores, de recuerdos de la estancia carmelitana, según fuera ésta reglada por Teresa de Jesús en su reforma de la orden y que dejan al descubierto un afán por lograr la simplicidad y desnudez tan perseguida por la religiosa abulense como por Juan de la Cruz y que, ajenos a dicha pragmática artística, los pintores barrocos españoles no supieron (o quisieron) ver.

Colaboradores: Yousra Aachboun, Jaume Portero, Rebeca Barroso y Celia Carreras.