Historia urbanística de Ávila I


Existen diversas teorías relativas al origen del nombre de la ciudad. Por una parte hay historiadores que creyendo la palabra de origen púnico o cartaginés asignan a esta el significado de «monte alto y crecido», mientras que otros investigadores le conceden un origen hebreo, dando lugar a la idea de «término o confín». A partir del vascuence, derivado (según el vascoiberismo) del idioma hablado por los antiguos pueblos iberos, podría hacer referencia a «breña, matorral, monte bajo». Por otra parte el historiador Joan Corominas propuso un origen germánico derivado del gótico Awilô o Awila. Ha habido cierta disputa en lo relativo a si la ciudad romana de Obila, descrita por Ptolomeo en su Geografía, se corresponde con Ávila, sin embargo esta relación no está clara. La ciudad se llamó oficialmente «Ávila de los Caballeros» hasta el censo de 1877, año en que perdió esta designación y pasó a denominarse simplemente «Ávila».



Planos ciudad romana y Ávila medieval

Algunos historiadores apuntan que la actual ciudad de Ávila fue una fundación ex-novo de los romanos, quienes le darían la denominación de Abila, Obila, Abyla o Abela. La ciudad romana estaba formada por el actual casco viejo, la zona rodeada hoy día por las murallas. La antigua presencia romana en la ciudad se manifiesta a través del puente romano, la calzada y distintos mosaicos, que son algunos de los restos de esta época que han sobrevivido hasta la actualidad. La necrópolis romana estaba situada al este, más allá de la calle de San Segundo, de modo que en toda esa parte de la muralla se pueden observar piezas funerarias reaprovechadas como materiales de construcción: estelas, aras, miliarios, «verraquitos» y cápsulas cinerarias de granito, incrustados en los lienzos del muro oriental. El interior de la ciudad mantiene aún hoy día el trazado típico de las ciudades romanas tipo hiberna, campamento estables, de contorno rectangular, con dos calles principales, cardo y decumano, que se cortan ortogonalmente en el centro, donde estaba el foro. Actualmente este trazado aparece solo parcialmente modificado, reconociéndose fácilmente antiguas entradas romanas en las puertas de San Vicente y Gonzalo Dávila, donde los cubos defensivos originales fueron conglobados en la muralla medieval. También se mantienen las manzanas cuadrilongas recuerdo de las insulae romanas. El cardo máximo corresponde a la actual calle de Vallespín; mientras que el decumano máximo lo constituirían la calle de los Caballeros y la calle de Bracamonte. Todas ellas confluyen en la plaza del Mercado Chico, que fue el antiguo foro. Los puentes sobre el río Adaja y sobre el río Chico son de origen romano. De la época romana también dataría supuestamente una antigua ermita sobre la que se construyó posteriormente la Basílica de San Vicente.

La muralla de Ávila

Los principales testimonios de esta dominación visigoda en Ávila provienen de pizarras inscritas encontradas en distintos puntos de la provincia, entre las que destacan las de la localidad de Diego Álvaro. La importancia de Ávila en este periodo se debió a su carácter religioso, ya que se contó con la intervención de prelados de Abela en los concilios toledanos. Otra huella de la etapa visigoda en Ávila es el templo de Santa María la Antigua. Las crónicas registran que este monasterio fue fundado antes del año 687, y habría sido monasterio mixto (monjes y monjas) hasta la llegada de los árabes.
No existen muchos datos de Ávila bajo dominio musulmán, cuyo nombre árabe fue Ābila (آبلة). En el año 714 la ciudad fue desmantelada por Tarik o por Muza, por lo tanto debe suponerse que en ese momento estaba amurallada.


A finales del siglo XI Alfonso VI de León y Castilla encargó a su yerno Raimundo de Borgoña la repoblación del centro de la península. Este momento constituyó también el punto de partida de un concejo o alfoz de enorme tamaño en torno a la ciudad de Ávila, que sobrepasaba las montañas del Sistema Central en su frontera meridional. En la repoblación intervinieron ciudadanos de origen navarro, franco, aragonés, mozárabe, vasco, cántabro y asturiano.
Las crónicas citan 1092, una vez conquistada Toledo y celebradas las nupcias de Raimundo de Borgoña con Urraca, hija de Alfonso VI, como año en el que se iniciaron los trabajos de reconstrucción de Ávila, sus murallas y el Templo del Salvador. En lo relativo a la fecha exacta de construcción de la muralla, el símbolo de la ciudad, existe cierto debate. La historiografía más antigua (siglo XVI) afirmaba que fue levantada entre 1090 y 1099 (prácticamente inmediata a la reconquista cristiana de la ciudad) sobre muros con pasado romano, visigodo y musulmán, atribuyéndola un origen mítico, al ser supuestamente construida en sus orígenes por Alcideo, hijo de Hércules. Otros autores más modernos proponen una reconstrucción inicial a finales del siglo XI de las viejas murallas romanas, para protección ante un eventual ataque musulmán, para ya a mediados del siglo XII acometerse la construcción de la muralla actual. La catedral de la ciudad se comenzó a construir en la segunda mitad del siglo XII, con la intervención en el proyecto del arquitecto francés Giral Fruchel. A finales de la Edad Media la muralla de Ávila contaba con un foso y, necesariamente, con puentes levadizos. Sin embargo estos elementos desaparecieron con la entrada en el siglo XVI.

La catedral de Ávila

Durante esta época se establecieron relaciones feudales entre campesino y señor mediante el establecimiento de contratos agrarios. Destaca una relativamente importante industria textil, que sin embargo no pudo competir con los paños flamencos e italianos. Con el paso del tiempo el proceso de la Reconquista se desplazó progresivamente hacia el sur y Ávila quedó en un segundo plano. A pesar de esta pérdida de importancia, Ávila fue una de las diecisiete ciudades de la Corona de Castilla que continuó enviando procuradores a las Cortes durante los siglos XIV y XV, tras el recorte que hubo de aquellas a lo largo del siglo XV. Durante la Primera Guerra Civil Castellana se sabe que en 1367 la ciudad fue atacada por los ingleses, a causa del apoyo de Ávila a Enrique II de Castilla, y que ardieron algunas casas del arrabal de la ciudad. Durante la Segunda Guerra Civil Castellana (1465-1468) entre los partidarios de Enrique IV y su medio hermano, el infante Alfonso, el 5 de junio de 1465 tuvo lugar en Ávila el suceso de la Farsa de Ávila, en el que fue depuesto el rey Enrique IV en una ceremonia en la que se coronó al príncipe Alfonso.


Colaboradoras: Marta, Paula García, Amanda y Noelia Manso.